martes, 7 de agosto de 2007

La gotita diferente















Se escuchó: - A la una, a las dos y a las tres, ¡Ya! -.
Y ambas gotitas salieron corriendo por el cristal de la ventana entreabierta. Lanzaron su loca carrera desde muy arriba. Esquivaron una, dos, tres, muchas otras gotas que se encontraban en el camino. Que refunfuñaban diciendo: ¿Cuando aprenderán éstos jóvenes a respetar a las gotas mayores? Pero a ellas dos nada les importaba, sólo llegar al marco inferior de la ventana antes que su rival. De repente, una de las dos detuvo su marcha. Se trataba de la más pequeña. Lo que facilitó la tarea de la mayor, y ganar sin dificultades.
Luego de llegar a la meta se dio vuelta y le preguntó
- ¿Qué te pasa que te frenaste, che? -.
- Nada, es que vi algo que me llamó la atención – Respondió aquella gotita pequeña.
- ¿Qué viste?, ¿Dónde? -.
- Allá, sobre el escritorio. Hay una gota -.
- A ver… -. Dijo la más grande – Si, allá la veo, pero ¿Qué hace ahí? -.
- Vamos a preguntarle, en una de esas si hablamos fuerte nos escuche -.
Y era verdad. Sobre el escritorio se encontraba aquella gota. Estaba sola, y parecía abatida o por lo menos triste. Ambas gotas curiosas se acercaron todo lo que pudieron a través de la ventana. La más grande tomó la iniciativa:
- Hola. Hey, ¿me escuchás? Hola -.
Aquella gota solitaria levantó la mirada y respondió tímidamente:
- Hola -.
La más pequeña no soportó estar en silencio:
- ¿Qué haces ahí sola? Te vas a secar pronto. ¿Por qué no te venís acá con nosotras? -.
- Es que no puedo, aquí caí y aquí debo estar -.
- ¿Porqué? - Volvió a preguntar.
- Porque no soy aceptada por el grupo al que ustedes pertenecen. Las gotas de la ventana no quieren estar conmigo. Me rechazan sin hablar, y tampoco me escuchan. No les interesa lo que yo pueda llegar a decir. Y así siento el peor de los rechazos, entonces debo irme -.
- ¿Porqué te rechazan? – Preguntó incrédula.
- Porque soy diferente -. La gotita salada agachó la cabeza.
- Imposible -. Replicó inmediatamente la más grande. – En éste grupo aceptamos a todo el mundo. Hay gotas pequeñas, grandes, inquietas, melancólicas, amorosas, odiosas, inteligentes y torpes. Somos el grupo mas distinguido que existe en toda las casa. Y entre todas nos cubrimos para sobrevivir al calor sol y no secarnos tan rápidamente. Aunque todas ya sabemos que en algún momento, tarde o temprano, terminaremos secándonos -.
- Si, pero yo soy muy diferente, soy salada -. Dijo sin levantar la mirada.
Las gotitas de la ventana se sorprendieron y la más pequeña dijo:
- ¡Una gota de mar! ¿Es cierto que son mejores que nosotras?, ¿Que valen más? -.
- ¿Qué decís? -. Interrumpió la más grande - ¿Cómo se te ocurre pensar eso? Las gotas de mar son como cualquiera. Sólo que ellas se creen más que otras. Pero en realidad están vacías. No viajan como nosotras por el amplio cielo hasta dar con la ventana de una casa. No tienen emociones. No sienten -.
Eso le dolió mucho a aquella gota salada:
- No soy una gota de mar, soy una lágrima. Traigo conmigo mucha emoción y pesar de una joven que llora por un amor no correspondido. Por eso es que estoy sobre ésta carta, ella intentaba reflejar sus sentimientos cuando el dolor la invadió y se puso a llorar -.
Las gotitas de la ventana quedaron en silencio.
En ese momento el sol comenzaba a asomar entre las nubes. Y con su calor amenazaba secar a todas las gotas. Las de la ventana se cubrieron inmediatamente entre las demás gotas del grupo. Y advirtieron a la que se encontraba sobre la carta:
- Rápido. El sol está saliendo y en pocos segundos te vas a secar -.
Pero no alcanzaron a advertirla a tiempo, la gota salada se secó muy rápidamente.
Desde la ventana quedaron inmovilizadas. La más pequeña rompió el silencio nuevamente:
- Se secó, se fue. Pobre. Que lástima me da -.
La mayor agregó:
- En cierta forma la envidio -.
- No entiendo como podés envidiarla, estaba sola, triste y se secó apenas salió el sol -.
- Si, pero cuando todo el cristal de la ventana se caliente, todas vamos a desaparecer sin dejar ningún rastro, en cambio ella dejó su marca en aquella mancha sobre el papel -.

“Sólo algunas gotas son capaces de dejar una marca para siempre”.